La Burbuja De Los Mares Del Sur



El término "Burbuja" es un término ampliamente utilizado para describir fenómenos especulativos de crecimiento rápido e incontrolado con un desplome final, normalmente con consecuencias catastróficas para el territorio que la sufre. Dicho término proviene de una de los primeros cracks económicos de la historia, La crisis de Los Mares del Sur (1711-1720).
En 1711 Inglaterra arrastraba la carga de una gran deuda pública producto del esfuerzo colonial y de las continúas guerras , la solvencia de la Corona Inglesa para atender su deuda estaba en duda, así que cotizaba por debajo de su nivel nominal.

En esta situación, la Compañía de los Mares del Sur, fundada en 1711 por Robert Harley, Conde de Oxford y por entonces jefe del Partido Tory del parlamento británico, aceptó cambiar diez millones de libras en bonos del tesoro a una tasa de interés del 6%. La compañía, a cambio logró el monopolio sobre el comercio con las colonias españolas en América.

El primer viaje comercial hacia América tuvo lugar en 1717, pero la ganancia fue poca, entre otras cosas porque era norma general que las metrópolis se reservaran la exclusiva del comercio con sus colonias, exportando productos manufacturados a cambio de materias primas, metales valiosos y productos exóticos, en un intercambio claramente beneficioso para la metrópoli.

 Evidentemente España no estaba dispuesta a dejar entrar productos ingleses en su mercado colonial perjudicando sus propios intereses, y no era de extrañar que los barcos de la compañía fondearan con gran dificultad en los puertos españoles. Además, La Guerra de la Cuádruple alianza de 1717 a 1721 deterioraron las relaciones entre España y Gran Bretaña, lo que ensombreció aún mas las perspectivas de la compañía. Harley, aún así, seguía manteniendo que era inmensamente provechosa a largo plazo y en 1717, se hizo cargo de diez millones de libras suplementarias de deuda pública contra una nueva emisión de títulos.

En 1720, el rumor de que españa aceptaría la liberalización de su comercio colonial a cambio de contrapartidas como la devolución de Gibraltar, y la aprobación en abril del mismo año de un proyecto de ley, mediante el cual la Compañía de los Mares del Sur aceptaba hacerse cargo de la deuda nacional en integridad en las mismas condiciones, desató la especulación. Las acciones subieron rápidamente, pasando de 128 libras en enero de 1720 a 550 a finales de mayo.

La compañía  gracias a sus contactos con el gobierno y la corona británicos, obtuvo la licencia real para comerciar en exclusiva de manera que su atractivo aumentó y sus acciones llegaron a las 890 libras a principios de junio. Este pico incitó a algunos inversores a vender y las acciones amenazaron con caer; para limitar las presiones bajistas, los directores de la compañía ordenaros a sus agentes comprar títulos, manteniendo así su valor en torno a las 750 libras.

El rápido aumento del valor de las acciones provocó un frenesí especulativo en todo el país. Los inversores se interesaron por los Mares del Sur, pero también por acciones de otras compañías. Es curiosamente famosa (gracias a "Los Viajes de Gulliver" de Jonathan Swift) la existencia de compañías que aseguraban encontrar metales preciosos a partir del mercurio, obtener la luz solar a partir de los pepinos y la creación de la rueda de movimiento perpetuo. Para evitar este tipo de especulaciones, el parlamento promulgó la "Bubble Act" (Acta de la Burbuja) que prohibía este tipo de maniobras especulativas, y que ha dado el nombre a los fenómenos de burbuja que conocemos hoy en día. Nuevamente gracias a los contactos e intereses que tenía la Compañía de los Mares del Sur en el parlamento y la corona, la "Bubble Act" no la afectó y a principios de agosto la cotización de la Compañía alcanzó las 1.000 libras.

Entonces la tendencia cambió bruscamente. Otras burbujas estallaron al mismo tiempo en Ámsterdam y París (Compañía del Missisippi de John Law) y la situación económica internacional disminuyó la confianza en la Compañía y aceleró la caída de la cotización. La crisis se propagó a los bancos, también accionistas de la compañía. Entre los accionistas que se arruinaron estuvieron miembros del gobierno; incluso Isaac Newton: después de haber obtenido una plusvalía de 7.000 libras en abril, acabó perdiendo 20.000. Más tarde declaró: "Puedo predecir el movimiento de los cuerpos celestes, pero no la locura de las gentes".

El gobierno intentó desesperadamente salvar la situación, pero no pudo evitar que la cotización se hundiera de forma fulminante hasta debajo de las 200 libras al finalizar septiembre (menos del 20% de principios de agosto) y se estabilizara sobre las 120 libras antes del fin de año. Ante la cólera de los inversores (el mismo gerente, John Blunt, fué víctima de un atentado fallido), el Parlamento se disolvió en diciembre, y una comisión ocupó su lugar. En su informe publicado en 1721, y gracias a los informes que el gerente Blunt había entregado a cambio de una amnistía parcial, se reveló un fraude de gran amplitud organizado por los directores de la compañía. Dichos directores fueron arrestados y llevados a la Torre de Londres. La mayor parte fueron desposeídos de sus bienes: Así, a John Blunt no le quedaron más de 5.000 libras de las 183.000 que tenía, y James Craggs, miembro de la compañía y político y empresario, se suicidó.

Aunque el nuevo canciller y el primer ministro lord del tesoro, Robert Walpole, anunciaron una serie de medidas para restablecer la confianza pública y la solvencia de la compañía, la ruina de miles de personas no pudo evitarse y Gran Bretaña entró en una grave depresión económica. La compañía continuó con su comercio no obstante (cuando no quedaba interrumpido por la guerra) hasta el inicio de la Guerra de los Siete Años. Sin embargo, su principal función fue siempre manejar la deuda gubernamental, más que comerciar con las colonias españolas. La compañía de los mares del sur continuó encargándose de administrar parte de la deuda nacional hasta que se abolió en la década de 1850.